13/3/13

Rufus T. Firefly

Casi sin querer de repente un día me topé con el título más bonito del mundo que podría ocurrírseme para una canción. Un par de semanas después, esta vez a propósito, me volví a encontrar con ella. Los acordes de "(escribe aquí el nombre de la persona a la que más quieras)" fueron los encargados de darme la bienvenida -a mí, y a las casi trescientas personas que nos reunimos en la sala Copérnico el pasado 9 de marzo- al concierto.
También fue el tema que se ocupó de recibir en el escenario a los cinco componentes de Rufus T. Firefly, que presentaban su último disco,  Ø.


Las siguientes canciones que nos metieron en situación fueron "Otras vidas" y "Test de Voight-Kampff", que abren el disco de los de Aranjuez.
Entre saludos, agradecimientos y algún que otro problema técnico, la banda dio paso a Alejandro Ovejero, con el que Víctor cantó a dúo "Ruidos y sueños".
Algo de psicodelia, canciones pesimistas, y mucha fuerza sobre el escenario son algunos de los ingredientes de esta banda, formada, al contrario de lo que estamos acostumbradas a ver, por dos chicas músicas, las cuales destacaron por su técnica y energía a la hora de dar vida a los temas. A la izquierda del escenario se situaban los tres restantes componentes del grupo: un teclista hiperactivo y multi-instrumental, acompañado por un guitarrista que lo mismo se marcaba un solo que cogía un taladro para crear efectos. Flipante. En el centro se encontraba Víctor Cabezuelo, al que hasta ahora conocíamos como el teclista de Mucho, pero al que a partir de ahora sólo relacionaremos con su alucinante voz -que, personalmente, a veces recordaba a la del frontman de Vetusta Morla- y su destreza y energía con las seis cuerdas. 


Minutos más tarde tuvo lugar la segunda colaboración de la noche, esta vez con Odette Suárez, con la que interpretaron un tema de su primer EP. 
La atmósfera creada a estas alturas fue la perfecta para dejar caer canciones como "El día de la bicicleta", o "Historia secreta de nuestra obsolescencia programada", que sonaron justo antes de retirarse para volver a los pocos momentos con "Incendiosuicida" y "La gran mentira", en la que, además de acabar el concierto, Víctor se bajó del escenario para tocar entre todos aquellos que tanto habíamos disfrutado esa noche. 
El único pero era que quizás no eramos demasiados, o demasiado ruidosos, pero teniendo en cuenta los conciertos que se marcan estos chicos, no dudo en que la situación cambiará para mejor dentro de muy poco.

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